jueves, 16 de septiembre de 2010

Clonacion Humana.

Células embrionarias y clonación humana

Es difícil entender por qué gobiernos, medios de comunicación y determinados laboratorios siguen empecinados en primar el uso de embriones en lugar de células adultas, incluso al margen de toda consideración ética, si es que esto es posible.

Después de más de una década de investigaciones prioritarias y un gasto extraordinario se llevará a cabo en EEUU el primer ensayo mundial con células embrionarias humanas. A todos aquellos que defienden esta vía con una constancia digna de mejores empeños, hay que recordarles que las aplicaciones sanitarias a partir de células madre adultas, que empezaron mucho más tarde, cuentan con decenas y decenas de ensayos en humanos y, mucho más decisivo, aplicaciones terapéuticas concretas. En otras palabras, este camino se ha demostrado mucho más fecundo, eficaz, práctico y menos costoso. El otro, además del conflicto ético que representa, está por demostrar que pueda aplicarse sin riesgo a las personas.
El que se hayan obtenido resultados en animales mediante células embrionarias, concretamente en ratas, dice muy poco de la aplicación humana. Concretamente, en el 2005 y en una ciudad española, Valencia, se obtuvieron resultados que parecían interesantes en estos roedores, pero no hubo acuerdo entre el centro Príncipe Felipe de Valencia y los investigadores sobre la aplicabilidad del mismo a los seres humanos.
Dos graves problemas afectan al uso de células embrionarias. Uno es el rechazo. La célula embrionaria pertenece a otro código genérico, y el organismo receptor lo interpreta como un enemigo y busca eliminarlo. Para evitarlo, el enfermo ha de someterse a tratamientos inmunodepresores que no siempre funcionan y que encierran riesgos importantes, dado que lo que hacen en último término es disminuir la capacidad de autodefensa del propio organismo. Este problema se ha intentado obviar con la llamada clonación terapéutica, donde se utiliza como núcleo de la célula embrionaria uno procedente de una célula del paciente, introducido en un ovocito sin núcleo. Es lo que hoy se lleva, y vale la pena retener esta consideración. El segundo problema no tiene una respuesta suficientemente garantizada después de tantos años de experiencia. Las células embrionarias tienen una tremenda capacidad de crecimiento y plasticidad, y esto es lo que permite, teóricamente, su uso terapéutico; pero, está por ver que este potencial pueda ser encauzado sin riesgo. En otras palabras, la célula embrionaria puede transformarse sencillamente en un cáncer. Esta es precisamente la gran ventaja cuando se usan células adultas, el riesgo de reproducción celular incontrolada, es decir, de cánceres, no existe. Planteadas así las cosas es difícil entender por qué gobiernos, medios de comunicación y determinados laboratorios siguen empecinados en primar el uso de embriones en lugar de células adultas, incluso al margen de toda consideración ética, si es que esto es posible. Pensamos que hay dos respuestas que alimentan esta irracionalidad:
Una es ideológica. La investigación con células embrionarias, de la misma manera que el preservativo o el aborto, se ha transformado en un tótem, en una seña de identidad de los que se consideran progresistas y han renunciado por comodidad o desesperación a toda identidad vinculada al cambio económico y social. Esto conlleva mitificar aquellos medios y cerrarse de banda a asumir cualquier crítica, toda limitación de los mismos. Es la transformación de un elemento material en un demiurgo.
La otra, que crea las condiciones objetivas para que la ideología se mantenga viva, es que la investigación con células embrionarias allana el camino hacia la clonación humana. El gran tabú, de momento, pero también el gran negocio futuro. Grandes laboratorios, no sólo en EEUU, saben que la clonación humana puede comportar un negocio de proporciones extraordinarias, y que para llevarlo a cabo no existe tanto un problema moral, porque otras barreras mucho mayores relacionadas precisamente con la vida humana ya han caído como limitaciones de carácter técnico (aborto, aborto eugenésico, eutanasia, uso de embriones humanos como material de laboratorio). De ahí que el uso para la investigación con células embrionarias mediante la clonación terapéutica sea el camino. La diferencia es simple: bastará con que la nueva célula creada con el núcleo del paciente y el ovocito se deje crecer más allá de los 14 días, que es lo que ahora se hace, para que así pueda continuar reproduciéndose hasta engendrar un nuevo humano. Si la primera parte del recorrido se resuelve con garantías de una vez por todas, y eso es lo que están probando ahora, el paso adelante para producir seres humanos por encargo habrá resultado decisivo.
Editorial ForumLibertas

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