Investigación | Planeta | 264 páginas | 209 pesosUn hecho olvidado. Oculto. Y maldito, por qué no, para usar la terminología propia del peronismo. Perón iba a volver al país en 1964, pero no lo hizo, y esto dejó en un lugar más que incómodo a peronistas y antiperonistas. “Fue una derrota para los justicialistas, y para los radicales, que tuvieron que servirse de un gobierno militar vecino, el de Brasil, para frenar el avión que iba a entrar a la Argentina”, explica el periodista Ariel Hendler.
Historia secreta de la vuelta frustrada de Perónnarra los acontecimientos hasta ahora desconocidos de este viaje que nunca llegó a buen puerto. Apenas algunos documentos y una declaración categórica del general del 2 de diciembre de 1964 quedaban de aquella situación: “En cumplimiento de mi promesa, viajaba hacia nuestro país cuando, insólitamente, al llegar el avión a Río de Janeiro fui detenido juntamente con nuestros compañeros y otros pasajeros que viajaban”.
Pero este retorno fallido fue mucho más que el precedente de lo que sucedió en 1973: fue un legado, importante aunque olvidado, para el peronismo. “Sin duda, Perón aprendió de todos estos errores para su retorno definitivo, en 1973, aunque para entonces tanto el país como el peronismo habían cambiado”, explica Hendler.
Aquí, el autor cuenta cómo se planeó el retorno, por qué fracasó, y el cuestionable accionar de la Unión Cívica Radical de Illia.
-¿Por qué se sabe tan poco de la vuelta frustrada de Perón?
-Básicamente, porque a nadie le interesa recordar el hecho, ni a los peronistas ni a los radicales. Los peronistas, porque sufrieron una derrota muy dura ante un adversario que supuestamente no daba la talla, como el débil Illia. Encima, casi no ofrecieron resistencia, no fueron capaces de generar ninguna gesta heroica –como sí lo hizo muchas veces antes y después- como para torcer la situación. Perón estaba ceemprca, a dos horas de vuelo, y no hubo nada parecido al 17 de octubre de 1945 ni mucho menos. En cuanto a los radicales, cayeron en la bajeza de servirse de un gobierno extranjero, para colmo una dictadura militar, para resolver una cuestión interna entre argentinos. Fue la gran mancha del gobierno de Illia, que fue presidente gracias a la proscripción del peronismo y le impidió a Perón volver a su país.
-¿Cuáles fueron los actores principales de la llamada “operación retorno”?
El retorno de Perón siempre revistió todo tipo de hipótesis- Uno, Juan Perón, que se animó a volver para recuperar su liderazgo en crisis. Dos, Arturo Illia, que apenas asumió la presidencia dijo que Perón era libre de volver como cualquier ciudadano siempre y cuando se sometiera a sus causas judiciales pendientes, pero finalmente traicionó sus propias palabras y operó para que no lo dejaran pasar de Brasil. Tres, Augusto Vandor, jefe de la UOM y hombre fuerte del peronismo, que disputaba el liderazgo de Perón y prefería tenerlo lo más lejos posible; pero que en ese momento optó por ser él quien se hiciera cargo de la “operación retorno” y no sus rivales dentro del peronismo. Cuatro, Jorge Antonio, millonario residente en Madrid y amigo de Perón, que tuvo que hacerse cargo de toda la operación cuando advirtió la inutilidad patética de la Comisión Pro Retorno, liderada por Vandor, que viajó a España para intentar traer al general a la Argentina. Seis, Delia Parodi, jefa de la rama femenina e integrante de la Comisión Pro Retorno, que bajó del avión en Río de Janeiro con un impactante tapado rojo, y le puso el (único) toque de glamour novelesco a todo el episodio.
- En el libro hablás de “los años 60 en blanco y negro, oscuros y poco vistosos”. ¿Qué querés decir con esto?
- Es una época muy poco revisitada por los autores y los lectores de libros sobre historia reciente, que suelen empezar por el golpe de estado de 1966 o con el “Cordobazo”, en 1969. En los primeros 60 no existían los hippies, la psicodelia ni el espíritu libertario del Mayo Francés, así que faltaban vasos comunicantes que pudieran mezclar la militancia revolucionaria con reivindicaciones propias de una movida juvenil global, como ocurrió ya hacia finales de esa década. Se puede decir que en esa época la juventud no era todavía un valor en sí mismo, aunque muchos militantes fueran muy jóvenes. De todas formas, fue un tiempo de debates muy profundos, yo diría que pioneros, sobre la revolución y el peronismo, con el Che y Cooke todavía vivos.
-¿Cuáles eran las dos facciones del peronismo que aparecieron en esa época? ¿Qué postura tomaron ante el conflicto?
- Por un lado estaban la burocracia sindical y política, claramente mayoritarias en el peronismo, que basaba su estrategia en las reivindicaciones gremiales inmediatas o en negociar la participación del peronismo en el juego político muchas veces en condiciones humillantes, como, por ejemplo, que les dejaran elegir aunque sea concejales, como si fueran extranjeros. Por otro lado, estaba la muy minoritaria tendencia revolucionaria, que proponía la estrategia insurreccional y despreciaba todo tipo de participación. Dentro de esta tendencia había un sector mayoritario conducido por Héctor Villalón, un personaje olvidado y misterioso que en esos años hacía –o decía que hacía- de nexo entre Perón y el gobierno cubano. Allí militaban Gustavo Reare, Jorge Rulli y muchos otros, y es importante aclarar que no tenían ningún vínculo con el grupo de Cooke, que estaba enfrentado a muerte con Villalón. Por último, haciendo equilibrio entre las dos tendencias, tenemos a Andrés Framini, sindicalista combativo y gobernador electo de la provincia de Buenos Aires en 1962, que pudo haber sido el aglutinante de todos los sectores pero no pudo hacer pie en ninguno, y terminó aislado.
- ¿Qué pasó una vez que Perón llegó a Río de Janeiro?
- Lo obligaron a bajar del avión y lo detuvieron desde la mañana hasta la noche en la base militar del aeropuerto de Río de Janeiro, junto con sus acompañantes Vandor, Antonio, Framini, Delia Parodi y otros. Perón arguyó que al viajar en un avión de Iberia estaba en territorio español, pero la determinación de no dejarlo seguir viaje era inconmovible. Un documento que encontré en el Archivo Histórico de la Cancillería muestra cómo los brasileños hicieron esfuerzos ingentes por despacharlo de vuelta a España en el primer avión disponible pero todas las compañías aéreas lo rechazaron, así que tuvieron que embarcarlo de vuelta en el mismo avión que lo había traído, después de que su tripulación hubiera descansado las horas reglamentarias. Allí se puede leer cómo el embajador argentino iba siguiendo todos esos esfuerzos paso a paso. De Perón, se sabe que se la pasó mirando por televisión los noticieros, en los que daban la noticia de su detención y lo trataban de “ex dictador”, cosa que al parecer le causaba mucha gracia.
- ¿Qué lugar ocupó Illia en esta vuelta frustrada? ¿Cómo operó?
Illia: un rol clave en la vuelta frustrada- Apenas se supo que Perón estaba en viaje hacia América del Sur, la noche del 1º al 2 de diciembre de 1964, Illia encargó o dejó en manos de su canciller Zavala Ortiz la resolución del problema. Haya sido una orden explícita o implícita, el canciller llamó a su par brasileño para pedirle que impidiera a Perón seguir viaje. Si bien Illia era tan antiperonista como casi todos sus ministros, se cuidó de no hacer declaraciones públicas todo ese día mientras Perón estaba demorado en Río de Janeiro, cosa que también dejó en manos de Zavala Ortiz y otros ministros. Ellos intentaron atribuir a Brasil de la decisión de mandar a Perón de vuelta a Madrid, pero el gobierno de ese país lo desmintió en un comunicado oficial en el que aclaraba que actuó por pedido expreso del argentino.
-¿Qué fue el “neoperonismo” y en qué época se ubicó?
- Los partidos neoperonistas fueron una de las formas en que el peronismo ensayó para tratar de insertarse en la vida política, camuflándose detrás de nombres “permitidos” como Unión Popular, Movimiento Popular Neuquino o Salteño y muchos otros. Así llegaron a conseguir cargos de diputados y hasta algunas gobernaciones de provincias, como Neuquén o Salta, en las elecciones de 1963. No tuvieron participación en la operación retorno, ni movilizaron en sus provincias cuando Perón estaba en Brasil. Incluso se negaron a suspender un congreso nacional de todos estos partidos programado para diciembre de ese año. Básicamente, jugaban su propio juego.
- ¿Qué influencia tuvieron los movimientos revolucionarios que se dieron en otros países en la “operación retorno”?
- Hubo un momento, a fines de 1963, en que Perón le encargó a Framini la tarea de reorganizar el peronismo después del fracaso en las elecciones, en las que el voto en blanco sacó menos votos que Illia. Parecía que Perón se había inclinado por el ala combativa, y eso hizo entusiasmar a muchos militantes de izquierda que habían sentido el impacto por la elección de Framini como gobernador un año y medio antes, con un gran apoyo popular. Podemos decir que fue la “primavera framinista”, y pareció inaugurar un periodo de acercamiento del peronismo hacia los movimientos de liberación de tercer mundo. Pero duró muy poco porque inmediatamente Vandor inició su contraofensiva, amenazó con retirar a la UOM de las 62 organizaciones, sus aliados triunfaron en algunas elecciones sindicales y así consiguió que Perón se inclinara por el ala derecha para organizar el retorno. Encima, Perón convenció a Framini para que se sumara a la Comisión Pro Retorno junto con Vandor, algo que el peronismo combativo de esa época no le perdonó.
-¿Por qué se frustró la vuelta y qué experiencia dirías que le legó este episodio a Perón y, sobre todo al peronismo?
- La “operación retorno” se frustró porque se hizo todo mal. Perón le confió la organización a una banda impresentable de ineptos que no podía menos que fracasar, liderada por Vandor. Probablemente habrá confiado también en que su nombre y su presencia iban a doblegar al gobierno de Illia, pero los radicales fueron hábiles y no lo dejaron ni siquiera acercarse. Sin duda, Perón aprendió de todos estos errores para su retorno definitivo, en 1973, aunque para entonces tanto el país como el peronismo habían cambiado. Quizás pueda decirse también que el peronismo aprendió a saber olvidar hechos como este, poco gratos a la memoria, pero que es imprescindible investigar pata tener un panorama más completo de la historia argentina reciente.