Según los medios locales sirios, “Luego de las oraciones musulmanas de este viernes, miles de personas tomaron las calles de varias ciudades del país para protestar contra el gobierno de Bashar al Asad”.
Representantes de la oposición denunciaron “la muerte de 40 personas que recibieron disparos de las fuerzas de seguridad mientras protestaban en distintas partes del país”.
Grupos de derechos humanos elevaron a 70 el número de muertos que “se produjeron, cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes en diversas ciudades de todo el país”.
Un portavoz de la organización, fundada por el abogado detenido Mohannad al Hassani, explicó a los medios presentes que “los fallecimientos se produjeron en el distrito de Barzeh, localizado en Damasco, y los suburbios de Zamalka, Harasta, Douma, Muadamiya, Qaboun y Hajar al Asswad, así como en las localidades de Hama, Latakia, Homs e Izra’a”.
El gobierno restringió a los medios de comunicaciones internacionales, provocando que no lleguen las informaciones ni las imágenes de la situación que está atravesando el país.
Este jueves el Jefe de Estado sirio “derogó formalmente la ley de emergencia que imperaba en el país desde hacía 48 años”.
Grupos defensores de los derechos humanos denunciaron que “más de 200 personas fallecieron desde que se iniciaron, el mes pasado, las protestas en la nación del Medio Oriente”.
Joe Stork, subdirector de la organización Human Rights Watch en el Medio Oriente, indicó que “Asad tenía ante sí la oportunidad de demostrar sus intenciones al permitir que las manifestaciones (del viernes) se llevaran a cabo sin violencia ni represión”.
“Las reformas sólo tendrán sentido si los servicios de seguridad de Siria dejan de dispararles a los manifestantes, así como también de detenerlos y torturarlos”.
Autoridades del gobierno sirio confirmaron que “Están escuchando los planteamientos de los manifestantes y que el presidente está impulsando un programa de reformas”.
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