domingo, 19 de septiembre de 2010

Carta Abierta a Mis Colegas Abogados, por el Dr. Francisco Bénard.

Todos recordamos que uno de los primeros pasos que damos una vez terminados nuestros exámenes en la Universidad es hacer el juramento de estilo jurando cumplir con la Constitución Nacional y luego firmar el libro.

Esto lo tengo presente porque aún conservo las fotografías de ese día inolvidable para mí y seguramente para todos ustedes. El Código de Ética Profesional en su Artículo 8 nos remonta también al cumplimiento de las normas constitucionales. La Constitución es la madre de todas las leyes. El ejercicio profesional nos exige que cumplamos con nuestras obligaciones como abogados usando nuestros conocimientos jurídicos en defensa de nuestros clientes y no en defensa de nuestros propios intereses profesionales.

Estos son casi a grandes rasgos casi todos los componentes de la columna vertebral del ejercicio profesional de un abogado. Como en todas las profesiones, los hay buenos y malos. No me estoy refiriendo a la capacidad intelectual o conocimientos jurídicos sino a las condiciones de ética y moral de cada uno.

Como auxiliares de la Justicia tenemos obligaciones ineludibles que cumplir y debemos estar al servicio de la verdad defendiendo los intereses de nuestros clientes sin que ello implique que utilicemos artimañas jurídicas sin respetar las reglas de la buena fe. Hay conductas que por sí y de manera evidente demuestran que se hizo de mala fé y de forma inescrupulosa.

No hace mucho caminando cerca de Tribunales me encontré con un reconocido abogado, distinguido profesor y ex- Ministro de la Corte Suprema de la Nació . Se me ocurrió preguntarle en medio de una amena conversación que opinión le merecía que los abogados renováramos el juramento cada año - casi como para no olvidar el compromiso asumido un día-. Sorpresivamente y para serle totalmente franco me contestó "No lo propondría porque si aún eso fuera posible, estoy seguro que la mayoría mentiría". Quede un poco desilusionado ya que esas palabras venían de alguien con una gran trayectoria privada y pública como abogado.

Un hombre que ya estaba mas de vuelta y que solo pensaba en descansar que en tratar de hacer algo que en su vida activa lo intentó y nada pudó hacer. Como en todas las profesiones hay buenos y malos. Estoy convencido que quién eligió esta carrera ya sea para ejercerla privadamente o bien para hacerla en la vida judicial lo hizó comprometiéndose en serio con el ideal de "justicia" como un valor supremo de la sociedad.

La realidad a veces es más dura y aunque en nuestros sueños construyamos algunos castillos nada hay mas fuerte que la realidad. Invito a todos mis colegas a hacer un alto en el camino y pedirles que cuando estén solos, en la soledad de sus propios dormitorios u oficinas, cuando esten "frente a frente" -frente a sí mismos- se pregunten realmente si aquel juramento fue verdadero, si salió del corazón o fue una simple formalidad.

Hagamos colegas un acto de conciencia, hablémosle a ella como parte de una reflexión sobre nuestras propias conductas. Luego quizás contribuyamos así entre todos a que la Justicia con la ayuda de todos mejore cada día más. No olvidemos las enseñanzas de algunos grandes maestros del Derecho Constitucional y para citar a algunos diría al Dr. Cesar Gigena Lamas -un entrañable amigo que ya no está con nosotros- y al Dr. Roberto Repetto (Profesor de Derecho Constitucional).

Dr.Francisco Bénard
Abogado
Tomo 62 Folio 75

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