miércoles, 2 de diciembre de 2015

Báez y los “negocios” en Tierra del Fuego.

Jueves 16 de diciembre de 2010. El empresario Lázaro Báez llega al Banco Nación, sucursal Comodoro Rivadavia, con 9,5 millones de dólares en efectivo. Dos millones los cambia a pesos y los deposita en una cuenta de Austral Construcciones, compañía de su propiedad; con los otros 7,5 millones abre cuatro plazos fijos a su nombre y al de Epsur SA, otra firma vinculada con él.baez en pedo

Hay un paralelo entre los delatores-vedettes, Fariña y Elaskar y los topos que sepultaron a Lázaro Báez, Triviño-Coli. En ambos casos actuaron sinceramente, respondiendo a un estímulo económico o emocional (venganza o frustración) y después, cuando todo estalló, trataron de enmendarse, sin conseguirlo. Las preguntas sin respuestas son ¿Por qué tomó las fotos Triviño? ¿Lázaro quedó convencido con la explicación? ¿Por qué sigue conservando su trabajo en Austral Construcciones después de tamaña deslealtad? ¿Qué motivos superiores hay para que no fuera despedido?. Por muchísimo menos, otros trabajadores de Austral fueron indemnizados y echados o devueltos al norte del país.
Últimamente han proliferado los denunciantes arrepentidos en la causa por lavado de dinero, en tanto Fariña y Elaskar, son el paradigma de los “sapos”, término ampliamente difundido entre las mafias para señalar a los delatores. El que “sapea”, busca algo a cambio, sin embargo muchas veces, luego de arreglar su situación o recibir una compensación, acuerda desandar el camino y tomarnos a todos por estúpidos, diciendo, en cuanto programa televisivo cuadre, que nos vendió ficción.
En el caso local, con Triviño y Coli, si bien ninguno de ellos salió en televisión, no caben dudas que las fotografías la tomó el empleado de Austral Construcciones y el otro las distribuyó o al menos fue el canal para fugar esas imágenes que terminaron en manos de Carrió y posteriormente del propio Jorge Lanata.
Después del estallido sobrevino el pánico. Triviño, enojado y sintiéndose traicionado (¿?) cargó contra el matrimonio Mayorga-Coli. Como no podía decir que él no había sacado las fotos, prefirió negarse a la prensa para no dar explicaciones. Le explicó a Báez y Cía la verdad y negoció su paz. El empresario dijo en rueda de prensa que “no lo echarían de la Austral si se comprobaba que no hubo mala fe”. NO hay acto de buena fe en alguien que toma fotos de esa forma, en ese lugar y en tales circunstancias; hoy Triviño sigue en su puesto en la metalúrgica, usufructuando el premio al arrepentido; la pregunta es ¿Hasta cuándo?.
Aún así podemos entender a Triviño y a Lázaro Báez. Para el primero se hace indispensable “despegar” de las sospechas de distribución, jurando y perjurando que él no entregó las fotografías de la cava y por parte del dueño de la constructora, prefiere conservarlo para no atizar más aún el escándalo y porque de esa manera lo mantiene controlado. Si Triviño queda afuera, también se aleja de su control y ni Lázaro sabe qué otra cosa puede tener el soldador en su mochila de sorpresas, como tampoco sabe lo que podría llegar a contar si abre la boca.
Es por esto que Triviño rechazó la custodia. No le importa ser cuidado por nadie. Hoy su mejor seguro es lo que guarda (obviamente a Báez no le dijo todo) y a su vez, sabe que por el momento nadie se animará a molestarlo.
Sin embargo Triviño deja un vacío muy profundo para llenarlo con dudas y especulaciones, donde lógicamente las respuestas permanecen huérfanas ¿Con qué objetivo tomó las fotos? ¿Qué buscaba al momento de completar la secuencia de más de 300 tomas a lo largo de 8 o 10 días? ¿Se lo habrá explicado a Báez? ¿Báez le habrá creído?.
Partiendo de la base de que Triviño no entregó las fotos ni al ARI ni a Lanata, subyace la gran duda de para qué tomó las fotografías, si no para utilizarlas en algún momento en el cual corriera riesgo su trabajo, o tal vez (no sabemos) haya alguna cuestión pendiente con el propio Báez, que lo llevó a pensar en tomar resguardo.
Nadie saca 300 fotos en secuencia (fue haciendo las tomas en forma progresiva a lo largo de una semana, hecho comprobable dado que los fotogramas conservan la información del día hora y año) sin un objetivo en mente y menos aún, con un celular. En todo caso, si el argumento del trabajador es que pretendía registrar la modificación de la bodega solo con fines “históricos o de archivo”, habría utilizado una cámara fotográfica y no un elemento de captación casi clandestino.
La situación del matrimonio Coli-Mayorga es más simple, está claro que fueron el canal de escape de las fotografías. Por este motivo, ellos sí aceptaron ser testigos protegidos, porque tienen miedo a una agresión, por eso negaron todo. El arrepentimiento de Coli o su esposa no resiste análisis. Es evidente que hubo un propósito tras la revelación, sea económico o de otro tipo (venganza, cuestiones políticas, etc) y quedan fuera de cualquier acción por parte de Lázaro Báez, pues su vinculación al caso es circunstancial.
Todo lo que diga Triviño y Coli, está de más, porque la verdad se manifiesta en sus acciones, no en las explicaciones posteriores. Como en el caso de Fariña y Elaskar, las segundas partes, donde pretenden quitarse responsabilidades o decir todo lo contrario a lo dicho o demostrado en primera instancia, son falsas. De hecho, a pesar de los ingentes esfuerzos realizados por el gobierno nacional para borrar las historias contadas por los jóvenes valijeros Fariña y Elaskar, no sirvieron para nada; nadie les creyó y todo el mundo se quedó con la primera versión de la trama que ambos le contaron a Lanata el día 14 de abril, durante el primer programa de PPT. Los “sapos” no tienen reparación y cuando lo intentan, se hunden más en el pantano de la indignidad.
FUENTE OPIboveda-LB

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