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domingo, 10 de julio de 2011

Boudou:Un liberal panqueque.


El flamante candidato a vicepresidente por el Frente para la Victoria, Amado Boudou, tiene en su haber importantes medidas durante la gestión de Cristina Kirchner, que han sido claves para muchos de los logros del Gobierno, aunque se le critica su pasado liberal.
Boudou nació en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1963 y a los 5 años se trasladó junto a su familia a la ciudad de Mar del Plata. Cursó sus estudios medios en el Instituto Minerva y luego se recibió de economista en la Universidad de Mar del Plata.
Militó en la Unión Para la Apertura Universitaria (UPAU) una rama política de la Ucedé, (Unión del Centro Democrático) partido político fundado en 1982 por Álvaro Alsogaray, quien fue uno de los principales promotores del liberalismo económico en la Argentina moderna.
Luego con los años su rumbo cambió y se unió a las listas kirchneristas, consolidándose como uno de los hombres más leales al modelo “nacional y popular”. En el 2007 fue secretario general de Anses y luego asumió la titularidad del organismo cuando Sergio Massa fue ascendido a Jefe de Gabinete. Desde aquí impulsó el proyecto legislativo que pasó a manos del Estado, los fondos previsionales que estaban controlados por administradoras privadas desde la década del 90.
El 8 de julio de 2009, asumió el cargo de Ministro de Economía de Argentina, en reemplazo de Carlos Fernández. Desde este importante cargo se destacó por haber impulsado el pago de deuda con las reservas del Banco Central y la implementación de la Asignación Universal por Hijo, la mayor medida de inclusión en toda América Latina.

lunes, 27 de junio de 2011

El progresismo argentino.


Somos todos progresistas

Por Nicolás Márquez.
De las candidaturas presidenciales en danza, ya se confirmó que las más relevantes serán: Cristina Fernández (progresismo corrupto), Ricardo Alfonsín (progresismo sin testosterona); Eduardo Duhalde (progresismo grasa), Elisa Carrió (progresismo místico); Hermes Binner (progresismo flemático); Alberto Rodríguez Saá (progresismo feudal); Jorge Altamira (progresismo trotz-quiste).
Vale decir, tenemos un racimo de versiones del progresismo, como si estas inminentes elecciones fuesen no una oportunidad para apreciar las diferentes ópticas filosóficas en pugna, sino una mera interna de candidatos con ideas repetitivas, redundantes e incontrastadas. El único candidato que “amagaba” con tibieza y discreción diferenciarse ideológicamente del gobierno (en al menos dos o tres anécdotas) es el timorato de Mauricio Macri, que como se sabe, nunca deja de ser un pálido puntero municipal.
En Argentina no tenemos un solo candidato similar a un Piñera, un Uribe, una Keiko o un Rajoy (por citar actuales de la política hispanoahablante).
En suma, tenemos que optar entre el progresismo “malo” y el progresismo “bueno”, pero progresismo es lo que al fin tendremos. Una sociedad enferma sólo puede engendrar líderes enfermos. Mutatis mutandis, una sociedad progresista sólo puede engendrar líderes progresistas.
Ocurre que la sociedad argentina en su mayoría es progresista. ¿Será por eso que no progresa?