Guerrero, de 65 años, se acercó a Francisco para pedirle que interceda por la vida de su hijo. Saldaño, nacido en la provincia de Córdoba, fue condenado por un tribunal estadounidense por el asesinato de Paul King el 25 de noviembre de 1995 en la ciudad de Plano, al norte de Dallas junto a un cómplice mexicano.
El Papa saludó con afecto a Lidia, quien estuvo acompañada por sus abogados Juan Carlos Vega y Esteban Llamosas y Andrea Poretti, de la Comunidad de San Egidio de Buenos Aires, movimiento que defiende a los más necesitados y lucha para abolir la pena de muerte.
El acercamiento de la madre de Saldaño no se debió sólo para hacer el pedido de intersección del Papa ante la justicia de Estados Unidos, sino que además lo hizo a sabiendas de que El Vaticano, considera que la pena capital debería ser abolida.
Saldaño está preso en la ciudad de Texas y dos veces tuvo que soportar la suspensión de la ejecución. Aislado y medicado, hace siete años en el lugar llamado “el corredor de la muerte” a la espera del final anunciado. El muchacho habría firmado tres veces un petitorio para ser ejecutado porque ya no soportaría más estar en ese lugar. Pero su madre confía en que el Papa, la Cancillería Argentina y la Comisión de Derechos Humanos ayuden a salvarle la vida a su hijo.
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