Es una obviedad absoluta que toda la actividad política argentina apunta a las elecciones presidenciales de octubre. De momento las encuestas indican que el oficialismo, corriendo con el caballo del comisario, tiene grandes chances de continuarse en el poder durante otros cuatro años. No obstante, sostengo que para comenzar a leer las encuestas con seriedad y poder arriesgar un pronóstico libre de condicionamientos subjetivos, hay que esperar a que los candidatos estén formalmente definidos como tales. Todavía es muy prematuro para andar firmando resultados.
Tenía eso en mente durante el Think Politics with Google, y me preguntaba qué tanto afecta la capacidad de asombro y de reacción frente a los hechos políticos la abundancia de información en las sociedes abiertas como la nuestra. Supongo que la información política considerada sensible puede, con mayor facilidad, provocar un efecto “avalancha” cuando se filtra en sociedades cerradas bajo regímenes autoritarios que cuando se difunde alegremente, con cierta indolencia, entre ciudadanos que se van acostumbrando a ver los indicadores del deterioro institucional sin percibir el riesgo para sus democracias.
Pregunté entonces al panel integrado por Sergio Berensztein, Alejandro Prince y Manuel Mora y Araujo: ¿qué sería hoy el cajón de Herminio?. Berenzstein contestó sin vacilar: “Un tsunami” y Mora y Araujo subrayó que se habla del cajón de Herminio pero aquel incidente no modificó las mediciones tomadas quince días antes por las encuestas. Es decir que aquella quema del cajón de Herminio, como factor decisivo para la victoria de Raúl Alfonsín sobre Italo Lúder, sería simplemente un mito.
Más allá de la efectividad o no del cajón de Herminio Iglesias como disparador de la reacción electoral, la pregunta sigue siendo válida con Hugo Chávez viniendo aquí a dar discursos apologéticos del criminal Ernesto Guevara, defendiendo al dictador libio Muammar Khadafi y recibiendo de la Universidad de La Plata un supuesto premio a la “comunicación popular” con el nombre del terrorista montonero Rodolfo Walsh que poco o nada tiene que ver con la libertad de prensa; y por si no bastara lo acompañan los embajadores de Cuba e Irán. ¿Será que vamos mansamente para el lado de Venezuela?
Honestamente, espero que no.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
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