John Jalsevac
17 de noviembre 2011 (Notifam) –
“Tanto Allan y yo queríamos tener una familia grande, y por eso estábamos encantados cuando supimos que yo estaba embarazada de nuevo”, le dijo Marie al periódico en inglés en el Reino Unido, The Daily Mail (El Correo Diario), en un artículo que fue recientemente publicado.
Aún cuando ella recibió los resultados de la prueba de sangre, y luego de la amniocentesis, en las que se mostraba que su hija tenía el síndrome de Down, Marie dice que la idea de un aborto nunca le cruzó por la mente como una opción, a pesar de que estaba asustada.
Mi primera reacción fue: “¿Cómo habremos de sobrellevar esto? La reacción no fue: “’Yo no puedo tener este bebé”.
Sin embargo, todo eso iba a cambiar cuando la pareja acudió al hospital para una consulta, al día siguiente de conocer la condición de su hija. Para su sorpresa, no solamente les sugirieron la enfermera y el consultor médico, el aborto como una única opción, sino que les dijeron que sería un acto de crueldad si no se abortaba el bebé.
“Una enfermera me dijo que no abortar a mi bebé le causaría que sufriera, y de que ella solamente ser convertiría en una carga para la sociedad, si yo procediera con el embarazo”, relata Marie. “Incluso me dijo: ‘El noventa y nueve por ciento de las mujeres que se encuentran en la misma situación que usted, no querrían tener el bebé’.”
Fue tan fuerte la presión con que abrumaron a la pareja, que finalmente decidieron proceder con el aborto.
A Marie se le dio una píldora para comenzar el proceso del aborto el mismo día.
“Yo me sentía entumecida mientras me tragaba la píldora. Esto no era como yo me imaginaba que terminaría mi embarazo, pero mirando atrás, yo estaba en estado de shock, simplemente operando como si estuviese en autopiloto”, ella narra.
Tres días más tarde, Marie dio a luz a su hija muerta, y ella explica que, desde entonces, su vida nunca ha sido la misma que antes.
“Ella era tan pequeña, pero de otra manera perfecta. Yo rompí a llorar incontrolablemente. ¿Qué es lo que había hecho? Yo me di cuenta en ese instante de que yo había sido presionada e intimidada para tomarme esa primera píldora. Yo me sentí sobrecogida por la ira”.
Fue tan intenso el sentido de culpabilidad de Marie luego del aborto, que ella dice que “no podía parar de llorar”. El aborto también se convirtió en un problema entre ella y su esposo. “Yo sabía que él estaba devastado también, y de que quería que nos quedáramos con el bebé, pero yo sentía mucha ira hacia él, por haberle permitido al personal médico que me apresuraran en salir de la bebé”, señala Marie.
“Antes del aborto, nosotros éramos una pareja verdaderamente feliz, pero ahora, apenas podíamos hablar entre nosotros”.
Finalmente, el matrimonio de la pareja terminó, a pesar de sus esfuerzos para tener otro hijo.
Ahora Marie dice que ella está segura de que otras mujeres deben de encontrarse en la misma situación en la que ella estuvo – deseando quedarse con su hijo que sufre del síndrome de Down, pero siendo presionadas para abortar por parte de un establecimiento médico hostil.
“En la actualidad, yo no veo a mamás con bebés que tienen el síndrome de Down”, ella sostiene. “Yo no puedo menos que sentir que otras mujeres se están sometiendo a un aborto que no desean. Yo no puedo creer que todos los que se enteran de que su bebé tiene síndrome de Down, voluntariamente optan por abortarlo”.
El artículo completo sobre esta historia se puede leer en el sitio cibernético en inglés del periódico del Reino Unido, The Daily Mail (El Correo Diario).
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