Argentina, mas sola que Hitler en sinagoga.

Solos en la madrugada
Argentina está cada vez más sola. Si bien el matrimonio presidencial, una vez que comenzó a conocer el “gran mundo”, se dedicó a acumular millaje, eso sólo no alcanza para afianzar las relaciones políticas y comerciales con el resto de los países.

Por Susana Merlo


Peleamos hace años con Uruguay por el asentamiento de una papelera. La corte internacional falló a favor de ellos, pero el conflicto sigue igual sin resolverse.

Se dejó de abastecer a Brasil (por ejemplo, de trigo) y no se internalizan siquiera las normas que se acuerdan en el seno del Mercosur. También con Chile hubo discusiones por la energía y se llegó a “cerrarle los grifos”.

Con Colombia más o menos, porque el Gobierno local prefiere al líder bolivariano, Hugo Chávez, de Venezuela, enfrentado con los colombianos desde hace tiempo.

Con Estados Unidos no se puede estar bien por un problema de “principios”, y porque en general se le atribuye ser sede del FMI, del Banco Mundial, etc., todos organismos profundamente repudiados por cierto ruidoso sector de la sociedad vernácula al que, supuestamente, representa el Gobierno, pero a los cuales se acude en forma casi permanente de una u otra forma.

Hubo peleas con la Shell que es de la Casa de Orange, es decir, de la Reina de Holanda. Con Gran Bretaña sigue la disputa por las Malvinas. Hay conflictos con italianos, japoneses y de otros países porque no se honraron las deudas con los bonistas que compraron papeles argentinos de buena fe.

Con este, van a ser 3 períodos consecutivos que la Argentina no le cumple a la Unión Europea, con los tonelajes comprometidos de carne vacuna, más conocidos como Cuota Hilton.

Ahora tenemos un conflicto comercial nada menos que con China, y no sólo no se soluciona sino que, además, se les retacean las visas a los inversores asiáticos invitados por empresarios locales.

Por su parte, el Efecto Partenón no va a tardar en llegar a estas orillas.

Mientras tanto, el Secretario de Comercio, Guillermo Moreno cierra/restringe “de palabra” las exportaciones de carne vacuna y ahora también las importaciones de alimentos, al mismo tiempo que su par de Agricultura, Julián Domínguez, lanza un supuesto Plan Agroalimentario Nacional 2010-16 que, teóricamente, va a apuntar a la consolidación del rubro para que pueda abastecer la plaza interna y tenga exportaciones crecientes “porque ambos mercados no son contrapuestos”, dijo el Ministro aunque, en los hechos, pareciera que para este Gobierno, durante los últimos 7 años, fue todo lo contrario.

Se hace de las paraancelarias una verdadera herramienta de freno comercial y en otros casos, como el del impuesto tecnológico, se encarecen artificialmente los valores de los productos (básicamente computadoras y teléfonos) para favorecer a una pequeña región del país que podría ser ayudada de diez maneras distintas, con una metodología que en el pasado sólo sirvió para tener equipos técnicamente atrasados, y se prestó a todo tipo de corrupción.

Las medidas unilaterales están a la orden del día y cuando se denuncian del otro lado, aquí hasta se muestra “sorpresa”. ¿Se podía esperar acaso, que al cerrar las importaciones de alimentos, Europa, Brasil, Chile, no reaccionaran apelando al incumplimiento de los convenios comerciales?

Y detrás de esto vendrán las sanciones.

“Nunca es bueno el viento, si no se sabe adónde se va”, reza un dicho nunca mejor aplicado para la Argentina de hoy sin plan, proyecto ni estrategia, que se dio el lujo de desperdiciar la más fantástica coyuntura internacional, desde 2004 al 2008, y que parece no haber aprendido nada de esa experiencia.

Ahora podría haber una nueva chance, pero seguramente se va a desperdiciar en más internismo político preeleccionario y en exhibiciones mediáticas, antes que en políticas de Estado, aunque sean solo, para el próximo lustro (Brasil ya presentó su plan a 20 años).

Por eso, Argentina está cada vez más sola y el resto cada vez más mundializado.

Campo 2.0