sábado, 15 de mayo de 2010

Nestor Kirchner 2011.

Los Kirchner y su arca de Noé

Aunque las encuestas no lo favorezcan, Néstor Kirchner se toma muy en serio la posibilidad de suceder a su esposa en diciembre de 2011. Todas las decisiones del Gobierno están orientadas hacia ese objetivo.

Por Fernando Laborda

Aunque las encuestas no lo favorezcan, Néstor Kirchner se toma muy en serio la posibilidad de suceder a su esposa en diciembre de 2011. Todas las decisiones del Gobierno están orientadas hacia ese objetivo: desde el flamante acuerdo con los gobernadores por las deudas provinciales hasta los proyectos legislativos para seducir a los segmentos de centroizquierda de la sociedad, sin olvidar una estrategia que apunta al control de los medios de comunicación.

En agosto de 2007, poco antes de los comicios que consagraron presidenta a Cristina Fernández de Kirchner, su marido y por entonces jefe del Estado sostuvo que el gobierno que lo sucediera debía ser "mucho más federal". Lo que vino, sin embargo, fue más unitarismo y una suerte de dictadura de la caja.

El federalismo quedó limitado a un mercado prebendario donde el poder central, desde Olivos, tendría el monopolio del manejo de la caja y la discrecionalidad para determinar cuáles provincias serían las mayores beneficiarias de los fondos para obras públicas.

El programa de desendeudamiento provincial anunciado días atrás por la Presidenta tiene un propósito político muy claro: que ningún gobernador abandone el barco kirchnerista antes de tiempo. No es casual que se les haya concedido a las provincias un plazo de gracia para pagar que concluirá dos meses después de las elecciones presidenciales. Kirchner pretende que lo vean como una suerte de Noé con su arca, que salvará a las provincias del diluvio que ahogaría sus cuentas fiscales.

Pese a la satisfacción pública que la mayoría de los mandatarios provinciales exhibió ante el anuncio oficial, hay quienes no ocultan que, en el fondo, el Estado nacional apenas les está refinanciando a las provincias una deuda por el dinero que les robó durante años. Es que, a comienzos de los años 90, las provincias recibían el 46 por ciento de los recursos tributarios y hoy perciben menos de un tercio, pese a soportar mayores gastos por las transferencias de los servicios de educación y salud.

Los Kirchner consiguieron su objetivo. Seguirán manejando discrecionalmente los recursos. Ya nadie habla de la coparticipación del impuesto al cheque, mucho menos de su eliminación, que había sugerido la propia primera mandataria cuando, súbitamente, descubrió que era distorsivo. Tampoco se habla del nuevo régimen de coparticipación federal, que, según la Constitución, debería estar sancionado desde 1996.

La segunda pata de la estrategia de conservación del poder K pasa por el impulso de algunas iniciativas legislativas, tales como el matrimonio gay, el mayor control sobre las entidades financieras y reformas laborales que favorezcan a los trabajadores en negro. Apuntan al llamado voto progresista y a un electorado urbano que el año pasado se entusiasmó con las propuestas de Pino Solanas.

Finalmente, está la estrategia mediática, que parte de la creencia kirchnerista de que la caída en la imagen positiva del Gobierno es culpa de la negativa influencia de los medios periodísticos en la opinión pública. En los próximos días, nuevos medios darán a luz al amparo del apoyo oficial y se sumarán al operativo Sudáfrica que preparan los propagandistas del oficialismo. Por el contrario, desde hace dos semanas no sale a la calle el diario Crítica , que se ganó respeto por su independencia del Gobierno y que, según fuentes del propio periódico, atraviesa serios problemas financieros por algo mucho más grave que la falta de publicidad oficial, como las presiones gubernamentales a empresas privadas para no contratar espacios publicitarios en sus páginas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario