jueves, 10 de febrero de 2011

Sadat, Mubarak e Israel.

Hosni Mubarak 30 años en el poder

En realidad, habría que rastrear la crisis de Egipto hasta el 6 de octubre de 1981. Ese día Anwar El Sadat, el tercer presidente del país árabe, fue abatido por un grupo de soldados que obedecían una fatwa. Dos años antes, Sadat había firmado la paz con Israel, transformando el panorama político del Medio Oriente.

El caos duró 8 días. Sufi Abu Salef, el líder del parlamento, asumió el cargo y se lo entregó, el 14 de octubre, al Vicepresidente: Hosni Mubarak. Allí comenzó el mandato más largo en más de siglo y medio de historia del país: un mandato que millones de personas quieren que termine lo antes posible.

El régimen de Mubarak se ha caracterizado por tres elementos: su alianza con Estados Unidos, la contención de grupos radicales islámicos y la dureza de la policía y los servicios secretos. Los tres le han dado beneficios: por ejemplo, participar en la primera guerra del golfo, en 1991, le valió a Mubarak la condonación de 14 mil millones de dólares en deuda con Estados Unidos y Europa. La creación de una red policiaca intimidante no sólo le ha permitido manetnerse en el poder: en 2006 se supo que militantes islámicos radicales, secuestrados por la CIA, fueron llevados a Egipto en vuelos secretos para ser torturados.

En todo caso, el modelo de Egipto no difiere de los otros gobiernos del Magreb: regímenes fuertes y autoritarios, con alianzas convenientes y férreo control sobre la gente. Por eso, la lista de deudas que el pueblo quiere cobrarse es larga. Y al ver el éxito de la “Revolución jazmín” de Túnez, que derrocó a Zine El Abidine Ben Ali tras 23 años de mandato, el ejemplo se regó por la región.

Entre el 17 y el 18 de enero, 4 personas se prendieron fuego en plazas públicas de El Cairo y Alejandría. Para el martes 25, Día de la Policía, se convocó a una gran manifestación que reunió a 15 mil personas en la plaza Tahrir de El Cairo, 20 mil en Alejandría y números relativamente similares en las otras grandes ciudades. La protesta fue reprimida y se registraron 3 muertos. La respuesta fue convocar a una marcha aún mayor para el viernes 28, a pesar de que el gobierno había prohibido las protestas y ordenó bloquear internet y telefonía celular.

Aún así, cientos de miles de personas salieron a las calles en todo el país, exigiendo todos lo mismo: la renuncia del presidente. Y fueron recibidos por gases lacrimógenos, balas de goma y policías golpeando a quien alcanzaran. La tensión subió al máximo cuando el ejército -entidad muy respetada por el pueblo, al contrario de la policía- salió a las calles y fueron recibidos con besos y aplausos. Los manifestantes tomaron la plaza Tahrir y se quedaron allí, exigiendo respuesta inmediata del régimen. Y ésta llegó con el anuncio de Mubarak de renovar al gabinete completo, nombrar un Vicepresidente por primera vez en su gobierno, y no presentarse a la reelección.

Para el martes 1 de febrero se llamó a una marcha que bucaba convocar a un millón de personas. Las cifras son contradictorias, pero al menos 250 mil se manifestaron en relativa calma. Pero al día siguiente, un grupo de partidarios de Hosni Mubarak se presentaron en la plaza y atacaron a los opositores. En las siguientes 48 horas murieron más de 20 personas y centenares quedaron gravemente heridas. Eso reactivó el enojo popular y llevó al gobierno al extremo, agravado por la creciente presión internacional.

Los analistas incluyen dos motivos importantes en este inusitado despliegue: la pobreza, que mantiene al 40 por ciento de los egipcios sobreviveindo con menos de 25 pesos mexicanos al día, y el desempleo, 10 veces mayor para graduados universitarios que para aquellos que sólo cursaron educación básica.

Estas manifestaciones ya hicieron historia: nunca en este país se habían manifestado personas de tantos ámbitos sociales y económicos distintos. El escenario esta dispuesto para un nuevo futuro en uno de los países más importantes del mundo.

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