Capitán, es un perro mestizo con rasgos de ovejero alemán, protagonista de una historia tan increíble como conmovedora. Su dueño murió en el 2006 y poco después el perro dejó la casa y comenzó a vivir al lado de su tumba, en el cementerio de Carlos Paz.
Todo comenzó cuando Miguel Moreno le llevó un regalo a su hijo Damián, quien para su sorpresa se encontró con un nuevo amigo al que llamaron Capitán. La madre Verónica no quedó muy contenta porque para ella significaba más trabajo. Una historia más que es cotidiana en una familia.
Pero en el 2006 Miguel falleció y el comportamiento del perro cambió al notar su ausencia. Se alejó de la casa y comenzó a vivir a media cuadra. Luego desapareció y Verónica pensó que había muerto o que otra familia lo había adoptado.
“Hasta que un día, cuando fuimos con mi hijo al cementerio, lo encontramos ahí. Damián comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara”, expresa con emoción Verónica, según publicó La Voz del Interior. Pero cuando dejaron el cementerio, el can no los acompañó, decidió quedarse ahí.
Lo extraño es que el perro nunca los había acompañado al cementerio, y el día que Miguel murió, fue llevado del hospital a una casa velatoria y Capitán siempre estuvo en la casa.
“El domingo siguiente volvimos a visitar la tumba de Miguel y el perro estaba ahí. Esa vez nos siguió, en el regreso, porque habíamos ido caminando. Se quedó un rato con nosotros en casa pero después volvió al cementerio”, agrega Verónica.
Una señora que vende flores llamada Marta en el cementerio, da crédito de la historia. “Tenía una pata delantera quebrada. Llamamos al veterinario, le dimos antiinflamatorios y los chicos le entablillaron la pata. Se ha hecho querer y come lo que le damos”.
“Se ve que quería mucho a su amo, hace muchos años que está acá. Va a su casa, pero vuelve. Muchas veces lo quisieron llevar pero se viene para acá”, cuenta Marta.
También Héctor Baccega, director del Cementerio municipal de Villa Carlos Paz, confirmó esta increíble historia. “El perro apareció acá solo y dio vueltas por todo el cementerio, hasta que llegó también solo a la tumba de su dueño. No lo llevó nadie hasta ahí. Y eso no es todo: cada día, a las seis de la tarde, va y se acuesta frente a esa tumba”, precisa.
“Capitán recorre el cementerio conmigo todos los días. Pero cuando llega esa hora se va para el fondo, donde está la tumba de su amo”, cuenta Baccega, antes de arrimar una reflexión: “Nos da una lección. Creo que los humanos tendríamos que apreciar más los recuerdos de los que se nos van. Los animales nos enseñan tanta fidelidad”.
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