sábado, 29 de septiembre de 2012

Un chef confesó que: ‘asesinó a su mujer y su cuerpo lo cocinó lentamente durante cuatro días, para encubrir el grave delito’.



En el último día del  juicio, un jurado de Los Ángeles condenó a  David Viens, de 49 años, de homicidio en segundo grado por la muerte de su esposa, Dawn, a finales de 2009.
Karen Patterson, amiga de la mujer asesinada, después del veredicto dijo: ‘Él la trataba como a un pedazo de carne y se deshizo de ella’.
Los fiscales se basaron en cómo Viens empujó el cuerpo de Dawn en un tambor de 55 galones de agua hirviendo y la cocinó de a  poco, pero su cráneo fue abandonado.
El chef había reconocido que: “La fui cocinando  durante cuatro días”
De acuerdo con el diario Los Angeles Times: ‘El jurado no pudo llegar a un veredicto el miércoles sobre si Viens era culpable de asesinato en primer grado,  y lo decidieron como  asesinato en segundo grado’.
Durante el juicio, el abogado defensor Fred McCurry dijo que: ‘la evidencia no apoya una condena por asesinato en primer grado contra su cliente, que requiere la prueba de premeditación’.
Patterson, quien fue la testigo clave en el juicio de  Viens  dio  una conferencia de prensa para  instar a otros a denunciar los casos de violencia doméstica.
Se disculpó por no llamar al 911 cuando su amiga  la llamó durante un incidente de abuso, pero le rogó que no llamaran a la policía. ‘A lo mejor hay que ir más allá de la confianza de un amigo y tratar de salvar vidas’.
El chef, que asistió al juicio en una silla de ruedas, dijo que: “Mezcló  los restos de su esposa después de que los  hirvió con otros residuos y luego los arrojó en un hoyo  de grasa que hay en su restaurante para poner los restos de la basura”.
Y que: “él escondió el cráneo de su esposa en el ático de la casa  de su madre en Torrance”.
Durante el juicio, los investigadores no pudieron encontrar el cuerpo de su esposa, porque lo había preparado durante cuatro días en agua hirviendo.
Durante el juicio  contra Viens, su hija Jacqueline  dijo  a la corte que “su padre había bromeado antes de que alguien  podría cocinar un cuerpo porque era una buena manera de deshacerse del cuerpo”.
Jacqueline, de 22 años, recordó la conversación que tuvo con su padre una noche en 2009.

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