Según Hauser, al capitán del barco le llamó poderosamente la atención porque la cantidad de casos no rompe con las normas internacionales. De hecho, cuando pasaron por Punta Arenas (Chile) y Ushuaia, atracaron sin inconvenientes, cuando incluso había más casos entre los pasajeros.
“Hubo mucho desencanto entre quienes queríamos llegar al archipiélago. Muchos iban a rendir homenaje a sus muertos en la Guerra de Malvinas. Un capitán quería dejar una placa en la tumba de uno de sus soldados”, dijo el psicólogo.
Para él “se trató de una decisión política tomada como represalia por el acuerdo regional del Mercosur de impedir que atraquen en los puertos” del bloque “embarcaciones con bandera de Malvinas”.
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