Hace dos meses asistió al funeral de María Corredera, de 57 años, la mujer que lo cuidó y que dedicó toda una vida a los perros callejeros.
De acuerdo a lo publicado por el diario Il Messaggero, el perro no dejó de ir ni un día a la iglesia desde que su dueña falleció, “apenas escucha las campanas o ve llegar el coche fúnebre, el perro entra a la iglesia y sigue al ataúd como si la dueña pudiera resucitar”, contó un testigo.
Es que, según los fieles que asisten al templo, “Ciccio” espera el regreso de su ama, quien lo recogió de la calle y adoptó.
“Ahora quedó solo, pero todo el pueblo lo protege, lo alimenta y acaricia como emblema de fidelidad”, contó un testigo que también asiste a esa Iglesia.
Una historia, la de Ciccio, que durante meses ha estado en boca de toda una ciudad y que recuerda a la historia contada por la famosa película protagonizada por Richard Gere, Hachiko, un perro y su dueño, un vínculo que no se rompe, incluso después de la muerte.
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