Gord Young, residente en Ontario (Canadá) y experto en historia, asegura que ha tardado sólo 17 minutos en encontrar la solución a un problema que provocó que en noviembre pasado los expertos pidieran ayuda públicamente para evitar que el mensaje se perdiera para siempre.
“Los jefes están tratando de darle más importancia al asunto de la que tiene. No es complejo”, afirmó Young, después de revelar que la serie de veintisiete grupos de letras que portaba la paloma mensajera, son en realidad, acrónimos.
Estos códigos fueron encontrados dentro de un pequeño tubo rojo atado a los restos de una paloma mensajera muerta en una chimenea de un domicilio particular en Surrey (sur de Inglaterra) en el que se estaban haciendo reformas.
Tras el hallazgo, la inteligencia británica estudió sin éxito durante un mes el contenido, descubriendo sólo que el mensaje se escribió en la II Guerra Mundial (1939-1945), época en la que el Reino Unido llegó a utilizar hasta 250.000 palomas para comunicar de forma segura las posiciones del enemigo.
El aficionado canadiense, tras escuchar la petición de ayuda pública, comprobó que en realidad el documento se componía de acrónimos, una fórmula de comunicación habitual a partir de la I Guerra Mundial (1914-1918).
Con la ayuda del libro de observadores aéreos del Real Cuerpo Aéreo británico (RFC, en sus siglas en inglés) que perteneció a su tío abuelo, quien participó en la I Guerra Mundial, Young resolvió fácilmente el acertijo.
Decía: «Golpear a los panzers de Jerry aquí. Tropas, carros armados, baterías, ingenieros, aquí», según señala el Daily Mail.
El mensaje se escribió a las 15.26 horas del 6 de junio de 1944 desde Normandía (Francia) por el sargento William Scott, entonces de 27 años, para informar a los aliados sobre la situación de las tropas alemanas.
Para garantizar que su información llegara, el sargento Scott envió dos palomas mensajeras con idéntico documento, motivo por el cual en el escrito encontrado aparecen dos códigos de identificación, cuando lo habitual era que sólo figurara uno.
El sargento Scott no regresó de Normandía, donde murió pocos días antes de que los aliados ganaran la batalla decisiva para el final del conflicto.
«Básicamente, Scott fue enseñado por un entrenador de la I Guerra Mundial. Puede deducirse por la forma de deletrear del sargento, característica de finales de ese conflicto», explicó Young.
La inteligencia británica se mostró interesada por las conclusiones de este canadiense, aunque un portavoz insistió en que tienen la convicción de que el mensaje será imposible de descifrar con seguridad al carecer de un libro común de códigos.
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