domingo, 6 de marzo de 2011

China paranoica por el fenómeno árabe.

China toma medidas para que no se produzca "el efecto Libia"

El régimen comunista amenaza ante el temor de que su sociedad emule lo que está sucediendo en el norte de África. La policía evita cualquier tipo de manifestación y la censura aumenta, en un momento en que el gigante amarillo se ve afectado por la inflación.

El Gobierno chino ha emplazado a su pueblo a no convocar manifestaciones para emular las protestas en Magreb y Oriente Próximo. Las autoridades advierten de que cualquier amenaza hacia el régimen del Partido Comunista podría acabar en "desastre".
El "Diario de Pekín", dependiente del partido, se ha hecho eco de la advertencia, en la que se subraya que las fuerzas de seguridad no dejarán a un lado su actual estrategia. "Estas personas que intentan inventar y encontrar noticias parecidas a las de Oriente Próximo en China verán que sus planes no llegan a nada", reza la declaración, en la que se asegura que "todo el mundo sabe que la estabilidad es una bendición y el caos, una calamidad".
Particular visión comunista de lo que sucede en los países árabes
La Policía ha impedido hasta ahora la celebración de cualquier manifestación, y algunos periodistas extranjeros que acudieron a la llamada de una concentración en la calle Wangfujing fueron agredidos. La declaración asegura que las refriegas en estados árabes "han provocado un gran desastre para la población de estos países". Muchos medios estatales también se han hecho eco del comunicado.
"Merece la pena destacar que en el interior y en el extranjero algunas personas con motivos ulteriores tratan de introducir este caos" en China, para lo cual estarían recurriendo a Internet, continúa el escrito. Por estas razones las autoridades piden a la sociedad que "proteja conscientemente la armonía y la estabilidad". (EDE)
Entre la inflación y la censura
También el viernes, el Parlamento chino celebraba el comienzo de su debate anual, en el que el primer ministro, Wen Jiabao, ha aprovechado para anticipar que la elevada inflación podría afectar a la estabilidad social.
El Gobierno ha movilizado a 739.000 agentes de Policía, funcionarios, guardias de seguridad y residentes de Pekín para llevar a cabo las labores de vigilancia e impedir las manifestaciones.
Además, las fuerzas de seguridad han retenido a decenas de disidentes y han amenazado con revocar los visados a periodistas extranjeros. El bloqueo en Internet, por otro lado, dificulta que los chinos puedan conocer las convocatorias de manifestaciones.

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