PERÚ
La calma retorna a Juliaca tras protestas que dejaron cinco muertos
La calma retornó este domingo a Juliaca, en el sureste de Perú, donde el viernes murieron cinco campesinos baleados por policías, luego que centenares de manifestantes antimineros retornaron a su localidad de origen, Azángaro, en Puno, frontera con Bolivia, constató la AFP.
El comercio reabrió las puertas, la gente camina por las calles y los vehículos circulan sin restricciones, mientras que un contingente policial y militar custodiaba el aeropuerto Inca Manco Cápac, que permanece cerrado, y que los manifestantes intentaron infructosamente tomar.
Los manifestantes que bloquearon calles y rutas de Juliaca desde el jueves, protagonizando actos vandálicos como ataques con piedras a locales públicos, se empezaron a retirar pacíficamente de la ciudad desde la noche del sábado.
Alrededor de un centenar de vehículos trasladaron a los manifestantes que partieron con los cuerpos de las cinco víctimas que fallecieron durante la represión policial el viernes, cuando intentaron tomar por asalto el aeropuerto.
Los manifestantes exigían el cese la minería informal en su región, donde los buscadores de oro contaminan los ríos con relaves mineros, causando daños a las tierras que usan para sembradíos.
El gobierno saliente de Alan García promulgó el sábado una serie de cinco normas que limitan la actividad minera en Puno, uno de las regiones más pobres del Perú, como reclamaban los manifestantes.
Las protestas de Juliaca, donde vive población de origen quechua, se sumaron a las realizadas por campesinos de la etnia aymara en una zona vecina a Bolivia, donde exigían revocar el permiso a una mina otrogada en concesión a la compañía canadiense Bear Creek, lo que finalmente obtuvieron.
La calma retorna a Juliaca tras protestas que dejaron cinco muertos
La calma retornó este domingo a Juliaca, en el sureste de Perú, donde el viernes murieron cinco campesinos baleados por policías, luego que centenares de manifestantes antimineros retornaron a su localidad de origen, Azángaro, en Puno, frontera con Bolivia, constató la AFP.
El comercio reabrió las puertas, la gente camina por las calles y los vehículos circulan sin restricciones, mientras que un contingente policial y militar custodiaba el aeropuerto Inca Manco Cápac, que permanece cerrado, y que los manifestantes intentaron infructosamente tomar.
Los manifestantes que bloquearon calles y rutas de Juliaca desde el jueves, protagonizando actos vandálicos como ataques con piedras a locales públicos, se empezaron a retirar pacíficamente de la ciudad desde la noche del sábado.
Alrededor de un centenar de vehículos trasladaron a los manifestantes que partieron con los cuerpos de las cinco víctimas que fallecieron durante la represión policial el viernes, cuando intentaron tomar por asalto el aeropuerto.
Los manifestantes exigían el cese la minería informal en su región, donde los buscadores de oro contaminan los ríos con relaves mineros, causando daños a las tierras que usan para sembradíos.
El gobierno saliente de Alan García promulgó el sábado una serie de cinco normas que limitan la actividad minera en Puno, uno de las regiones más pobres del Perú, como reclamaban los manifestantes.
Las protestas de Juliaca, donde vive población de origen quechua, se sumaron a las realizadas por campesinos de la etnia aymara en una zona vecina a Bolivia, donde exigían revocar el permiso a una mina otrogada en concesión a la compañía canadiense Bear Creek, lo que finalmente obtuvieron.
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