El pueblo egipcio volvió a salir a las calles para protestar contra el Ejército que pretende prolongar su permanencia al frente del país. Hace un tiempo, había sido el ejército el que se negó a reprimir a los ciudadanos bajo las órdenes de Mubarak y entonces el pueblo accedió a que estos tomen el poder y defiendan los asuntos de estado en su nombre. Sin embargo, la máscara les duro poco tiempo.
Con una presencia mayoritaria de islamistas seguidores de los Hermanos Musulmanes pero con partidos políticos de todo signo, los egipcios alzaron su voz contra el mando militar, con pancartas que decían “abajo los militares”, “márchense, déjennos vivir, déjennos respirar”.
Las elecciones parlamentarias fueron previstas para el próximo 28 de noviembre y las presidenciales aún no tienen fecha. Sin embargo las sospechas se comenzaron a confirmar, los militares no parecen querer renunciar a sus privilegios y su posición de poder. Los egipcios han reclamado que la autoridad pasara a decisión de la sociedad civil, aunque no han tenido éxito. Además se han sumado denuncias de torturas y represiones para las manifestaciones en nombre de “la unidad nacional” y de “no sucumbir frente a influencias extranjeras”.
El último intento de imponer leyes que no se desprenden de la voluntad del pueblo ha sido el de imponer unas normas supraconstitucionales que deberán ser aceptados por quienes redacten la Carta Magna tras las elecciones parlamentarias. Los partidos se han opuesto a este intento e inclusive se han presentado informes que afirman que tales normas “consagran una dictadura” y que “le roban soberanía al pueblo”.
De esta forma, el Ejército ha perdido credibilidad. Los egipcios volvieron a demostrar que no están dispuestos a permitir que le roben la voluntad del pueblo en nombre de la revolución que ellos mismos han generado.
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