domingo, 14 de noviembre de 2010

La Vuelta de Obligado.

Rosas, el Día de la Soberanía y la Vuelta de Obligado
¿Qué habrá determinado el entusiasmo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner contagiado por Pancho O’Donell para elegir el 20 del corriente mes de noviembre como Día de la Soberanía Nacional y a Rosas como su gran defensor?

Por Nélida Rebollo de Montes


El tirano se negó a la organización constitucional del país. Su despotismo fue confirmado por el ignominioso plebiscito de 1835 como el resultado de nuestras contradicciones políticas que favoreció la “democracia bárbara”; la “soberanía numérica” y la “brutalidad moral” mientras crecía a la par la autocracia.

El 20 del corriente mes se instaurará el Día de la Soberanía Nacional promovido por Pancho O’Donell que comunicó a la Jefa de Estado la necesidad de celebrar el día indicado y también como promoción de su reciente libro sobre La Vuelta de Obligado.

Se trata de reivindicar como héroe a Juan Manuel de Rosas quien fuera elegido Gobernador de Buenos Aires el 7 de marzo de 1835 y se mantuvo veinte años en el poder. Rosas se negó a recibir el mando hasta que la Junta de Representantes le otorgara facultades extraordinarias y la suma del poder para más tarde alcanzar “la consagración popular” mediante un plebiscito. Pertenecía al partido federal con fuertes ramificaciones en las provincias convulsionadas. Además este personaje proclama la necesidad de un gobierno fuerte del que surgió la monstruosidad política de la suma del poder público, contando tras aleccionarlos con la aceptación de magistrados, corporaciones en nombre de la “salud del Estado”.

El 13 de abril de 1835 entra en posesión del poder con un discurso que oscilaba entre el odio y la muerte. Numerosos historiadores coinciden que sus expresiones eran aterradoras, culpando de entrada a los habitantes de las provincias que se conducían en su mayoría con sus propios caudillos ya que no había presidencia ni Constitución. Tras escucharlo dejó perpleja a la gente pensante; pero fue recibido con elogios e idolatría por el “populacho”. Así lo denominan los documentos históricos.

Las primeras medidas consistieron en cesantías generalizadas de todo empleado civil, militar y eclesiástico a los que consideraba enemigos del régimen. También impuso la adopción de la cinta punzó como distintivo federal para niños y grandes, para el ejército y los prelados. Hizo advertencias horribles contra los “impíos” unitarios y aleccionó en el sentido que cualquier escrito oficial debía ir encabezado por esta frase: “Viva la Federación” que a partir de 1838 creció con los “Mueran los salvajes, traidores, alevosos e inmundos unitarios”. En la misma forma se refirió a las medidas económicas que determinaban una calamidad para las provincias.

Rosas ejerció el mando por segunda vez desde 1835 hasta 1952 con su anunciada amenaza de castigo a todos los que se opusieran a su voluntad. Se hizo otorgar la suma del poder, haciendo pública las venganzas y atropellos prometidos. El elemento popular, en su mayoría analfabeto, rodeó a los caudillos en defensa del federalismo. El autodenominado Restaurador los “disciplinó” en un pensamiento único. Se hizo reverenciar religiosamente y erigió a la mazorca como instrumento de amenaza y muerte.

El conocimiento documental de nuestro pasado contó entre los más prestigiosos a José Manuel Estrada cuya labor de publicista la inicia a los 18 años. En la Revista Argentina fundada por él aparecen sus conferencias incluidas más tarde en sus Obras Completas con el título de Lecciones sobre historia de la República Argentina.

Estrada fue el crítico ilustre de Juan Manuel de Rosas. Avalan sus dichos el hecho que en todas sus tribunas Estrada se reveló como un orador académico por el horizonte filosófico de sus ideas, uno de los fundadores de la historia nacional y de la oratoria académica. Incluyo estos datos para valorar la magnitud de uno de los críticos de Rosas, déspota cruel, a quien se glorificará el 20 del corriente mes como héroe de la soberanía nacional.

José Manuel Estrada con la honradez de sus convicciones y fisonomía moral realizó en su crítica un retrato fiel de Rosas a quien describe como “un personaje dueño de un sarcasmo satánico, una sonrisa fría, desdeñosa, una esperanza siniestra perfilada a lo largo de su tiranía para someter cruelmente al pueblo”.

Opinaba Estrada que Rosas metodizó el terror que hería con los grandes golpes como el asesinato del Dr. Maza y con el sacrificio de víctimas que quisieron ponerle límites ante las tragedias repugnantes que sobrecogía cuando inicia la carnicería de indios en 1836; y, pensar que un grupo admirador de las tiranías quiere voltear la estatua del general Julio Argentino Roca llamándolo “genocida” por detener el avance de los indios contra los pueblos civilizados y el rapto de la mujer blanca más los incendios que provocaba a las plantaciones del sur argentino.

“La madurez siniestra” de las elaboraciones de Rosas, dice Estrada: “En la víspera de terminar el primer periodo de su tiranía con las matanzas de 1840 y en 1842 se daba un festín de sangre mezclando a los torrentes que vertían Aldao y otros caudillos en todo el territorio de la República utilizando su máquina de tortura: la mazorca en la propia Capital vilipendiada de nuestro país”. Luego dice en su magnífica narración Estrada que: “Cuando el tirano fatigado paralizó el terror, viendo palpitar las entrañas en que el miedo disminuía ofreció la brutal inmolación de Camila O’Gorman”.

Esta vocación de tirano perverso trillaba los senderos del altar que ocupó como sacrificador y como ídolo. Y agrega: “Ahogó la ciudad con la campaña; la revolución liberal con la escoria. Apoderado del gobierno por primera vez en 1830 hizo gala de su ferocidad. Extendió sus tentáculos al campo donde sus intereses económicos personales sobresalían y en ese ambiente campesino se vinculó con los caudillos subalternos que más tarde sacrificaría con el puñal o el veneno, adhiriéndose allí a las masas para ejercer luego más crueldades y cinismo en la expedición al desierto de 1833”.

El partido unitario, el de la gente decente, estaba vencido y proscrito. Rosas necesitaba subyugar la resistencia del sentimiento urbano, civilizado y moral pero no pensó jamás en la Constitución que reclamaban los grupos heroicos para contener al tirano con el imperio del Derecho. Rivalizó con el caudillo Facundo Quiroga y por lo tanto sobraba uno, entonces Rosas no dudó en inmolarlo, afirma José Manuel Estrada. Reclutaba bandas entre los peores, en las cárceles y en los mataderos para que recorrieran las calles de Buenos Aires insultando; y, simultáneamente lanzando terrores, mientras tanto la montonera enseñaba en los campos el fanatismo del crimen mientras “cobardes representantes de la ley doblaban la rodilla y ofrecían al yugo el honor de la patria”. La degradación había llegado al máximo mientras imperaba “la democracia bárbara”, “la soberanía numérica” y “la brutalidad moral” crecía a la par de la autocracia. Sin embargo, la tiranía fue confirmaba por el ignominioso plebiscito de 1835. Indudablemente esto era el resultado de nuestras contradicciones políticas.

Los hombres eminentes del partido unitario buscaron en 1829 refugio en otros países. Sin embargo, este pedazo de historia documental argentina ha encontrado en Pancho O’Donell y en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner algo para glorificar a Rosas como “Defensor de la soberanía argentina”.

Durante el gobierno se sucedieron guerras civiles mientras el cansancio que producía su infernal despotismo político y el avance sobre las provincias, no obstante, el engaño con su declarado federalismo, privilegió desvergonzadamente en la parte económica a Buenos Aires dejando en la miseria al interior del país.

A las guerras civiles contra la tiranía de Rosas habría que sumarle, la usurpación de las Islas Malvinas el 27 de octubre de 1820. Figuran entre los dolorosos levantamientos la Coalición del Norte (1840) organizada para liberarse del tirano.

También conflictos con Francia, país que reconoció nuestra soberanía; y, desde 1839 la política francesa presionada por Inglaterra cambió su beligerancia contra la Confederación y el bloqueo quedó terminado.

Con respecto a la acción de Obligado conocida como la Vuelta de Obligado que también figura por primera vez en la celebración del 20 de este mes como el Día de la Soberanía dispuesto por el gobierno actual. Se incluye al General Lucio Mansilla, pariente de Rosas, quien previendo una acción naval preparó la defensa del Río Paraná para cerrar el paso a la altura de la Vuelta de Obligado al norte de la provincia de Buenos Aires, donde solo cuentan con setecientos metros de ancho. El General Mansilla instaló cuatro baterías para obstruir el paso de la flota anglo francesa. De costa a costa colocaron gruesas cadenas de hierro sujetas a aproximadamente veinte lanchones protegidos, aprovechando la “sinuosidades” del terreno. Se apostaron dos mil hombres para la defensa.

El 20 de noviembre de 1845 naves anglo francesas trataron de cruzar la Vuelta de Obligado desatándose el combate que finalizó con la destrucción de las fortificaciones al cabo de siete horas de lucha con el desembarco de los marinos extranjeros recibidos por el General Mansilla y sus milicianos quienes defendieron el suelo patrio hasta su rendición. Hubo numerosas bajas argentinas y también de extranjeros. Al forzar el paso, las naves europeas cruzaron el Paraná. La expedición llegó hasta las proximidades de Asunción con escaso éxito comercial. Se puso fin a la intervención europea y las negociaciones fueron satisfactorias. Francia tras vencer otras pretensiones de Rosas contra Montevideo, levantó el bloqueo al Puerto de Buenos Aires el 16 de junio de 1848.
La derrota de Vuelta de Obligado se transformó en triunfo para el gobierno de Rosas a quien algunos escritos consideran como el defensor de la soberanía. Tras la lucha Mansilla abandonó el lugar de los hechos para llegar a su hogar sin explicaciones.

¿Qué habrá determinado el entusiasmo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner contagiado por Pancho O’Donell para elegir el 20 del corriente mes de noviembre como Día de la Soberanía Nacional y a Rosas como su gran defensor? La pregunta viene de saber que ella odia las dictaduras, pero tal vez la haya impresionado la personalidad del tirano Rosas y su poder autocrático.

El “defensor” de la soberanía jamás estuvo presente en la defensa de la emancipación argentina. Odiaba el extranjero, pero le compraba hasta la grasa a Gran Bretaña para hacer velas en nuestro país cuando la grasa sobraba aquí. Rosas huyó del sitio de la Batalla de Caseros en la que fue vencido y se refugió en un buque inglés que lo condujo a Inglaterra en donde residió hasta su muerte en 1877.

La cruel tiranía que durante veinte años ensangrentara el suelo patrio, caía vencida en 1851, dejando vislumbrar una época de paz, libertad y progreso para el pueblo que lo derrocó. Al día siguiente el General vencedor Justo José de Urquiza, organizó el gobierno provincial de Buenos Aires y designó como gobernador provisorio al autor del Himno Nacional Argentino, Dr. Vicente López y Planes. Convocado a elecciones, el pueblo eligió la Sala de Representantes, la cual confirmó en su cargo al Dr. López.

Nélida Rebollo de Montes, Profesora y periodista, distinguida con el Premio Benefactora de la Cultura. Ingresó en la Academia Provincial de la Historia con el trabajo titulado “Mujeres de mayo y prácticas electorales de 1816”. Con el voto unánime ingresó a la Sociedad Argentina de Escritores, institución que la distinguió con la “Pluma de Oro”, con la “Faja de Honor” y el “Gran Premio de Honor”. Autora del libro “Nuestro Tiempo y Nuestras Razones”, que incluye artículos de su profesión periodística, afrontando la difícil tarea del comentario instantáneo sobre los acontecimientos que se suceden diariamente. La gente valora en ellos el estudio relevante sobre el presente. El libro figura en las Universidades de Yale, de Columbia y en el catálogo online de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos de Norteamérica.
Su Ensayo “Rosalía de Castro. Antonio de la Torre : dos testimonios de la pasión poética” fue incluido en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela de España, en la Biblioteca Pública de Nueva York y en la Universidad Stony Brook de Nueva York de Estados Unidos de Norteamérica. Fue galardonada, en 1986, con el premio internacional “Honoris Causa”, otorgado por la Acción Católica Argentina con sede en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica. En el mismo año, la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA) la premió en el año internacional de la Paz.
Fue elegida, en 1990, “Ciudadana Ilustre” de la Municipalidad de la Capital de San Juan y condecorada, en 1994, por el Diario la Razón. El Centro de Artistas Plásticos de San Juan la consagró, en el mismo año, “Benefactora del Arte”. Tres veces premiada, en 1997, 2001 y 2005, por ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina) y, en 1990, con el “Santa Clara de Asís”.
La Dra. Rebecca Ann Bill de la Universidad de Stanford de California, Estados Unidos, contratada por FORES (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia de la República Argentina) consultó como fuente de de información un artículo periodístico de la Profesora Nélida Rebollo de Montes (argentina) titulado “La Suprema Corte de Justicia en la Presidencia de Mitre” y un libro del Dr. Harold J. Berman (estadounidense) de la Universidad de Cambridge y profesor emérito de la Universidad de Harvard. De ambos autores la Dra. Bill utilizó datos para su obra de investigación “Medición de la autonomía judicial. Juzgado Federal de primera instancia en lo penal de la República Argentina".

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