viernes, 30 de diciembre de 2011

No existe una persona completamente mala o buena (no, tampoco Hitler ni Jesús).


Los seres humanos nos caracterizamos por ser una escala de grises. Aunque muchas veces nuestras afiliaciones o ideales nos definan en gran parte, no existe una persona completamente mala o buena (no, tampoco Hitler ni Jesús). Si bien creo que ésta es una definición en la que todos concordamos, muy pocas personas la ponen en práctica; y en la realidad, una sola cosa (generalmente de poca jerarquía) puede ser causal de aceptación o rechazo extremo.
Si sabemos que nunca vamos a tener una paridad del 100% con otra persona (no, tampoco con la pareja), depende de nuestra apertura mental y nivel de tolerancia el aceptar a las personas que tenemos enfrente y con los que nos rozamos a diario. Claro, eso sin pasar a un nivel irracionalmente bajo, pues un 100% de apertura nos deja en un papel de descerebrados zombies sin voluntad, más que de humanos pensantes y libres. Tampoco sirve un 0% de apertura, porque nos quedaríamos completamente aislados o tendríamos a una copia idéntica de nuestro propio ser (cosa que no sólo creo imposible, sino que también sería un problema).
En la teoría estadística, ese número de aceptación debería rondar el 50%. Por variados motivos, algunos tendremos más niveles de tolerancia, otros menos, pero todos deberíamos andar por allí. Y con nivel de tolerancia no me refiero a cantidades fijas (del tipo “concuerdo en 6 cosas y difiero en 4”), sino al resultado de esas 10 cosas pasadas por el filtro múltiple que tenemos dentro (raciocinio, moral, instinto, etc). Si esas 6 cosas en las que estamos de acuerdo son banalidades, y las otras 4 en las que no estamos de acuerdo son prioritarias, el balance de tolerancia debería darnos negativo. Por lo tanto, habrán acciones que pesen mucho más que otras dependiendo de la persona.
En mi caso personal, hay cosas que juegan puntos negativos, pero no son determinantes por sí solas para exluír un pensamiento, una ideología, ni una persona. Por ejemplo, no creo en Dios ni en ninguna religión, no creo ni le tengo confianza a ningún partido político (ni política en general), pienso que el mal es parte intrínseco del ser humano, no apoyo la despenalización de drogas (ni ahora ni en este país), creo que hay gente que debe morir en ciertas circunstancias (sin por ello adherir a una pena de muerte general), creo que en los chirlos a los chicos en momentos medidos y precisos, me molesta la gente que planea vacaciones por adelantado antes que organizar sus vidas, me molesta el desorden (no confundir con “todo acomodado”), la gente que falta a su palabra, que le echa la culpa mayoritaria a otro que no es él, y que se mantiene neutral en épocas en las que hay que tomar posiciones.
Si se fijan bien en lo anterior, si tuviera tolerancia cero a todo eso, me quedaría virtualmente solo y me llevaría mal con todo el mundo. Pero si analizamos las cosas,ninguna explica por sí sola la configuración interna de una persona, por lo que son detalles; y esos detalles pueden explicarse o tolerarse por aceptación (la gente tiene derecho a pensar distinto aunque no nos cuadre por completo), por contexto (hay cosas que van a hacerse en ciertas épocas o geografías que no se harán siempre), por estados de ánimo (falta de voluntad momentánea), y por muchos otros motivos más. Ni siquiera juntando la mitad de las cosas que puse arriba se ganan mi incomprensión o intolerancia (aunque si juntan las dos mitades, deberían tener unas concordancias de mucho peso para que establezca un punto neutral).
Pero, sí, yo también tengo ideologías o formas de moral que hacen que cosas únicas puedan ganarse mi intolerancia o amenazar con hacerlo con un par de negativismos intrascendentes adicionales. No tolero la violación ni la pedofilia, el “matar por hambre”,la justificación de una ideología por la sola pertenencia a “algo” (tomarlo como lo lanzan, sin pasarlo por el filtro interno propio), la gente que no piensa ni razona, el racismo o el tomar un color de piel o especie como un determinante que excede la configuración individual, los que constantemente buscan el “para mí”, y todo tipo de extremismo que fomente la violencia irracional (propia o de terceros). El kirchnerismo también ha ingresado bajo ésta categoría, aunque no de forma determinante por sí misma (aunque deben tener muy buenos argumentos positivos para aceptarlos, como las 3 o 4 personas que acepto en la actualidad).
Pero últimamente he notado gente que condena algo por una única acción, sin importar lo tonta que sea y sin tener en cuenta la tolerancia o siquiera poner en juego una escala de valores similar a la que expuse antes. Gente que con un 99% de acuerdo, decide echar todo por la borda por un 1% de disconformidad, mostrando así una falta de respeto tremenda (que, casualmente, es la que muchos achacan), que a veces acompañan hasta con insultos. Es algo que vengo viendo no sólo en el blog, sino también en las redes sociales.
Por ejemplo, tengo contactos que siguieron y alabaron el blog (y cómo pensaba yo), pero lo abandonaron desde el momento en que dije que no iba a bautizar a mi hija. Una ceremonia religiosa tira por tierra todo el raciocinio que en su momento apoyaron. Lo mismo ocurrió con gente que visitaba asiduamente mis perfiles en las redes, pero abandonaron cuando le dije manco a Scioli; u otras que siempre festejaron mi humor negro, pero al primer “yo dije que el discurso kirchnerista era cancerígeno” cuando a la Presidente le encuentran un cáncer curable en la garganta (que dicho sea de paso, todos los kirchneristas habían dicho algo similar cuando le sucedió a un periodista tildado de opositor), se despiden metiendo al respeto, a Dios, y al “te puede pasar a vos” en una misma bolsa (última cosa que no niego, y hasta me he reído de cosas que me han pasado en la misma categoría); comentaristas regulares que levantaron carpa por no apoyar la despenalización, e inclusive gente copada que se retiró en silencio al momento en que comenté algo malo de su partido o demostré no tener alineación ideológica con ninguno.
Esa disfunción del filtrado interno, también se nota en lo contrario. Por ejemplo, es regular que me siga gente sólo por ser antikirchnerista, o antidespenalización de drogas, o por no bautizar a mi hija. Puede que sean puntos positivos (vistos de éste lado), pero no son determinantes para seguir o dejar de aceptar a alguien. Por algo siempre tardo mucho en seguir a gente que me sigue, porque tengo que estudiar la mayor cantidad de comentarios y analizar el perfil para saber si es normal, si es altamente aceptable, o si tengo que pasar a otro usuario que aporte en serio.
Éstos son tiempos en los que parece haber una confusión entre tolerancia y preferencia. Puedo tener mucha gente aceptada, pero tendré mis preferencia o favoritismos sobre aquellas que concuerden más conmigo o demuestren ser más racionales que el resto. También habrá gente que quede cola en mi escala de valores aceptables, pero de todas formas son personas a tener en cuenta por alguna razón. Pero la proscripción, el ni siquiera escuchar a alguien por algún hecho puntual, indica no sólo la falta de aceptación, sino también la falta de tolerancia y la condena eterna en la punta de la lengua. La falta de tolerancia, de respeto, y la condena de oídos caídos es algo que sólo se reserva para los peores exponentes de la especie humana; y no creo que un 1% de disenso coloque a alguien en esa posición ipso facto.
Lo peor de todo, es que internet es una extensión de la vida real, y estoy viendo ese síndrome en casi todos los aspectos. Las cuestiones de base son eliminadas de un soplido con un disenso en un equipo de fútbol, en un partido político, o hasta en dónde se veranea, a qué colegio van nuestros chicos, o cuánto se gana en el trabajo. Sin ir más lejos y yendo al plano político, la oposición jamás pudo armar un frente común, porque sin importar las cuestiones estructurales, rechazaban a otros partidos por nimiedades que bien podrían haber sido limadas, toleradas o aceptadas para lograr algo más allá del disenso o la diferencia. Un solo candidato podía tirar por tierra a ideologías concordantes completas. El exceso de inútil incomprensión del que no piensa como nosotros nos está acabando como sociedad, y amenaza con la todavía más creciente atomización de ideales y agigantamiento de las diferencias. Tenemos dos etiquetas para catalogar todo: amigos o enemigos. No hay puntos grises intermedios ni se acepta un mínimo de disenso, ni siquiera con las nimiedades más disímiles que tenemos como humanos. Eso es lo que tenemos hoy. Eso es lo que somos.
Las personas somos un conglomerado de cosas diferentes, una cambiante escala de grises que nos diferencia a unos de otros. Pero si un 1% de disenso en cuestiones banales va a ser determinante para las relaciones o el simple respeto, definitivamente están del lado cerrado e irracional de la historia. Puedo agregar al listado de mis inaceptables, también a ese tipo de gente. Tengo cero tolerancia y respeto para los que tienen cero tolerancia, raciocinio y respeto. Les aviso para que no pierdan más tiempo ni me lo hagan perder a mí, o para que me acepten tal cual soy, con mi escala grisácea particular.
PLPLE

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