Indemnizaciones a víctimas del terrorismo
Nosotros no las consideramos. Como si ellas, simplemente, no hubieran existido. O no importaran. O como si los subversivos hubieran tenido una auténtica patente de indemnidad para cometer toda suerte de crímenes abominables, sin que sus autores sean responsables en modo alguno por sus delitos y como si el Estado no hubiera sido, cuanto menos, negligente respecto de la inseguridad que selló la suerte de muchas de las víctimas civiles inocentes.
Por Emilio Cárdenas
Por oposición a lo que, lamentablemente, ocurre en nuestra Argentina, donde varios miles de víctimas civiles inocentes del terrorismo subversivo de los años 70 han quedado absolutamente olvidadas (a diferencia de las del llamado “terrorismo de Estado”, que han sido indemnizadas con una generosidad sin par en el mundo entero), Perú indemniza a los civiles inocentes que fueron víctimas del referido terrorismo subversivo.
Tiene, para ello, un programa especial, denominado Plan Integral de Reparaciones (más conocido como PIR), que está en pleno funcionamiento. Hace algunos días, por ejemplo, en el marco del mismo, el Estado peruano entregó unos 10 millones de soles (esto es, algo menos de cuatro millones de dólares), correspondientes a 514 casos de adultos mayores que fueron víctimas de asesinatos, desapariciones, violaciones, lesiones o incapacidades. Se ha previsto que esa suma sea ahora complementada con una segunda partida de la misma magnitud.
El beneficio que se confiere reconoce prioridad para las viudas mayores de 65 años y para los padres de las respectivas víctimas cuyas edades superen los 80 años; que son, lamentablemente, muchos.
Las indemnizaciones se transparentan, nuevamente a diferencia nuestra, que no sabemos quiénes han recibido las indemnizaciones por el “terrorismo de Estado” ni cuánto han cobrado. Ellas se pagan a través de cuentas de ahorro abiertas a nombre de los beneficiarios en el Banco de la Nación del Perú.
Los pobladores rurales, por ser particularmente vulnerables, tienen, por su parte, también prioridad en el pago de las indemnizaciones.
Perú, queda visto, tiene muy en cuenta a las víctimas civiles inocentes de la subversión. No es insensible. Ni olvidadizo. Es justo.
Nosotros no las consideramos. Como si ellas, simplemente, no hubieran existido. O no importaran. O como si los subversivos hubieran tenido una auténtica patente de indemnidad para cometer toda suerte de crímenes abominables, sin que sus autores sean responsables en modo alguno por sus delitos y como si el Estado no hubiera sido, cuanto menos, negligente respecto de la inseguridad que selló la suerte de muchas de las víctimas civiles inocentes. Increíble como visión torcida y mendaz de lo sucedido y una demostración de absoluta insensibilidad y pretendida amnesia colectiva.
Lo de Perú es el camino correcto. Desfigurar la historia o silenciar los crímenes cometidos no es una actitud decente, siquiera. En rigor, lo que está sucediendo debería avergonzarnos como sociedad.
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Emilio J. Cárdenas fue embajador argentino ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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